sábado, 18 de diciembre de 2010
No hay navidad sin Jesus
¿Puede celebrarse un cumpleaños sin la presencia del homenajeado? ¿Puede el interés comercial primar sobre lo espiritual? ¿Puede una ideología posmoderna adormecer los sentidos espirituales de gran parte de la humanidad? ¿Puede un señor de barba blanca y vestido rojo pretender ser el principal protagonista de estas fiestas? ¿Puede disfrazarse con tanta sutileza el sentido de esta celebración?
¿Hay Navidad sin Jesús? Aunque resulta insólito, parece que muchos creen que sí.
Navidad no son los amigos, el pan dulce ni los regalos. La Navidad es Jesús, el Hijo de Dios que nació en Belén para darnos vida eterna. Todo festejo que no recuerde este hecho, es carente de sentido en estas fechas.
¿Qué estamos celebrando, entonces?
Tenemos que revalorizar el auténtico sentido de esta fiesta: la celebración del nacimiento del Niño Jesús, que se hizo hombre para nuestra Reconciliación. Es recordar el hecho más trascendente de la historia: el nacimiento de Jesucristo.
Navidad es Dios con nosotros. “Porque un niño nos ha nacido, hijo nos ha sido dado y el principado sobre su hombro. Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).
Navidad es también compartir las Buenas Nuevas de Salvación con aquellos que están sin Cristo y sin esperanza. Es ser solidarios con aquellos que sufren. La Navidad es Jesús, presente en este mundo a través de su iglesia, que son sus manos y sus pies hoy en esta tierra.
La verdadera Navidad es la que dividió la historia, y también la vida de muchos de nosotros, en un antes doloroso y un después glorioso.
¡Qué paciente es Dios! Cuántas veces sigue golpeando a la puerta de los corazones sin recibir respuesta alguna. ¡Cómo se repite hoy en día esa historia de Belén, donde no había lugar en el mesón para que naciera el Hijo de Dios!
Qué bueno sería que en la Nochebuena pudiéramos reunirnos alrededor de la mesa familiar, reflexionar sobre estos conceptos a la luz de la Biblia y orar dando gracias a Dios por el mejor presente que hemos recibido en toda nuestra vida: Jesucristo, el regalo de Dios para la humanidad.
En esta Navidad no dejemos a Jesús fuera de nuestra casa, ni tampoco de nuestro corazón.